La métrica de los cantares de gesta se caracteriza por la irregularidad: los versos suelen tener entre 14 y 18 sílabas, aunque predominan los de 16, y están divididos por una pausa central llamada cesura ; estos versos se agrupan en tiradas monorrimas asonantes (una tirada es una sucesión de versos con la misma rima).
Se conservan pocas obras del mester de juglaría : el Cantar de Mio Cid , un fragmento del Cantar de Roncesvalles, y las Mocedades de Rodrigo (s. XIV).
El Cantar de Mio Cid
No se sabe con certeza la fecha de composición ; unos investigadores lo fechan a mediados del siglo XII, y otros a principios del XIII. Es anónimo ; según una teoría, fue compuesto por un juglar de San Esteban de Gormaz y por otro de Medinaceli (ambos son pueblos de Soria), pero no se sabe realmente.
Está estructurado en tres partes:
- Cantar del destierro
- Cantar de las bodas
- Cantar de la afrenta de Corpes
Su tema principal es la recuperación de la honra perdida, honra que el Cid pierde en el plano público (destierro) y en el privado (afrenta a sus hijas).
El Cid es un personaje muy humano, que ejemplifica las más altas virtudes caballerescas : hombría, lealtad, religiosidad, cortesía.
En cuanto al estilo, podemos señalar el uso de fórmulas juglarescas, como
- El epíteto épico, frase que suele acompañar al nombre de un personaje cada vez que aparece, y que define el carácter de ese personaje ; por ejemplo, el Cid es “el que en buena hora nació”, “el que en buena hora ciñó espada”, “el de la barba vellida”, etc.
- Abundantes invocaciones (llamadas) a los oyentes : “ Habló Mio Cid, como oiréis contar”.
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