Pío
Baroja era natural de San Sebastián. Estudió Medicina en Madrid,
aunque se licenció en Valencia y se doctoró con una tesis sobre
El dolor (preocupación significativa). Ejerció poco tiempo como
médico en Cestona antes de instalarse en Madrid, donde regentó
durante un tiempo la tahona de una tía suya. Viajó bastante por
España y estuvo también en París, pero su vida transcurrió entre
Madrid y la casa familiar de Vera de Bidasoa. Se dedicó íntegramente
a la literatura. Durante la guerra civil se exilió, pero en el año
40 volvió y se instaló definitivamente en Madrid hasta su muerte en
1956.
PERSONALIDAD
E IDEOLOGÍA
Se
definió a sí mismo como “pajarraco del individualismo”, y, en
efecto, fue un hombre solitario e independiente, profundamente
sincero y enemigo de todo convencionalismo. Era además un
inconformista radical. Su gran pesimismo le hacía desconfiar de las
personas y de las ideas políticas. Sin embargo, se aprecia en él
una inmensa ternura por los seres desvalidos o marginados.
Su
escepticismo radical afecta a lo político, lo social y lo religioso.
Para él, el mundo carece de sentido, la vida le resulta absurda y no
tiene ninguna confianza en el hombre. Estas ideas explican el hastío
vital de muchos de sus personajes. La raíz de esta forma de concebir
la vida puede encontrarse en Shopenhauer, el filósofo más leído y
admirado por Baroja. Shopenhauer definía la vida como “una cosa
oscura y ciega, potente y vigorosa, sin justicia, sin fin; una fuerza
movida por una corriente x -la voluntad-. En vano se buscará un
sentido a la vida: ciega, insensata, cruel es la vida...”. Estas
palabras del filósofo alemán se citan casi textualmente en El
árbol dela ciencia.
Su
ideología política está marcada por el mismo escepticismo. En su
juventud sintió afinidad con el anarquismo, pero en realidad de esta
doctrina lo que le atraía era la rebeldía, el impulso demoledor de
la sociedad establecida. En sus Memorias aclara
que, en el fondo, un anarquista es un iluso, un optimista, y que él
no tiene nada ni de lo uno ni de lo otro. Por otra parte, rechaza el
socialismo y el comunismo, pero también la democracia, que le parece
“el absolutismo del número”. Su escepticismo explica que llegara
a declararse partidario de “una dictadura inteligente”.
En definitiva, quizá lo
que mejor lo defina sea su individualismo y su desconfianza absoluta
en un mundo mejor, así como su inconformismo. Esto se manifiesta en
sus personajes: por un lado, el hombre de acción, que se alza contra
la sociedad (aunque generalmente sin éxito) y, por otro, el hombre
abúlico, al que le falta impulso vital por su falta de fe en el
mundo.
CONCEPCIÓN
DE LA NOVELA Y ESTILO
Baroja
es el gran novelista de la Generación del 98, por la calidad y la
cantidad de sus novelas. Para él, la novela es un género en el que
cabe todo (novela abierta): “el libro filosófico, el psicológico,
la aventura, la utopía, lo épico...”.
Se
aprecia en él una cierta despreocupación por la composición: lo
que le importa son las anécdotas, las digresiones... Por eso sus
novelas tienen una estructura abierta.
Su
estilo se caracteriza por la frase corta y el párrafo breve. Su
prosa es rápida, nerviosa, con un tono a veces agrio. Sus
descripciones son impresionistas: pinturas rápidas, hechas con unos
pocos detalles significativos, pero que producen una intensa
impresión de realidad. Es un maestro también en el uso del diálogo.
OBRA
Baroja
escribió más de sesenta novelas, agrupadas muchas de ellas en
trilogías. Las más importantes son las siguientes:
- Tierra vasca, formada por La casa de Aizgorri (1900), El mayorazgo de Labraz (1903) y Zalacaín el aventurero (1909). La unidad de esta trilogía viene dada por el ambiente. Zalacaín es una novela protagonizada por un típico hombre de acción, en medio de la última guerra carlista.
- La vida fantástica, a la que pertenecen Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox (1901), Camino de perfección (1902) y Paradox, rey (1906). El protagonista de Camino de perfección es un ser reflexivo que encarna la angustia existencial, el deseo de encontrarle un sentido a la vida. Las otras dos novelas están protagonizadas por un personaje extravagante, de vida e ideas disparatadas, que se corresponde con el gusto del autor por los personajes inconformistas.
- La lucha por la vida, formada por La busca (1904), Mala hierba (1904) y Aurora roja (1905). Estas novelas nos muestran el Madrid de la marginación y la miseria. La busca es considerada una de las mejores novelas del autor.
- La raza, compuesta por La dama errante (1908), La ciudad de la niebla (1909) y El árbol de la ciencia (1911), protagonizada esta última por un hombre reflexivo que se siente desorientado y no le encuentra sentido a la vida.
- El mar, compuesta excepcionalmente por cuatro novelas: Las inquietudes de Shanti Andía (1911), El laberinto de las sirenas (1923), Los pilotos de altura (1923) y La estrella del capitán Chimista (1930). Estas novelas son de acción y aventuras en el mar. Destaca sobre todo la primera.
Baroja
escribe también veintidós novelas históricas que componen las
Memorias
de un hombre de acción,
protagonizadas por Aviraneta, un aventurero que existió en la
realidad en el siglo XIX.
Por
último, Desde
la última vuelta del camino
es un libro de memorias en el que recoge sus ideas sociales y
políticas, sus recuerdos, opiniones sobre literatura, moral, etc.
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